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Plaza Mayor de Ciudad Real. Comienzos del Siglo XX.

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miércoles, 20 de mayo de 2009

Norman Foster, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2009

El arquitecto Norman Foster, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2009.
Sus obras se encuentran por todo el mundo. Bancos, aeropuertos, rascacielos, oficinas, puentes, museos y hasta estudios de televisión. El británico Norman Foster, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, es uno de los arquitectos más influyentes y prestigiosos del planeta. Nacido en Manchester (Reino Unido) el 1 de junio de 1935, es licenciado en Arquitectura por la Facultad de Arquitectura y Planificación Urbanística de la Universidad de Manchester y Doctor por la Universidad de Yale (EE.UU). A los 31 años, en 1966, deja su primera huella profesional, una fábrica al sur de Inglaterra. Sólo un año después funda, junto con Wendy Cheesman, Richard Rogers y George Wolton, el estudio de arquitectura "Team 4". En 1999 "Team 4" pasa a llamarse "Foster and Partners", que el propio galardonado preside y desde el que realiza sus proyectos. De sus trabajos destacan la cúpula de cristal del edificio restaurado del Parlamento alemán (1995-1999); los aeropuertos de Hong Kong y Beijing, la sede del Commerzbank de Fráncfort (1996) o un rascacielos de 62 pisos y planta triangular con jardines interiores distribuidos por sus tres fachadas. El Puente de Millau, a 2.460 metros sobre el valle del Tarn, en Francia o el del Milenio en Londres también están entre sus obras más relevantes que no olvidan el diseño de planteamientos urbanos generales como Berlín, Cannes o el nuevo Londres. Foster es considerado como el máximo exponente de la arquitectura de alta tecnología, que compatibiliza el diseño con la integración en el medio ambiente y con la comodidad para el usuario. La Torre Century de Japón, el Centro de Arte Contemporáneo de Nimes (Francia), la terminal del aeropuerto de Milán, oficinas de Televisa (México); Estadio de Atletismo de Fráncfort (Alemania); Museo del Aire (Duxford, Reino Unido); estudios de televisión ITN (Londres); o tiendas londinenses Joseph, Esprit y Hamnet. Otros de sus trabajos han sido las reformas de la estación central de tren de Dresde, inaugurada en 2006; la biblioteca de Filosofía de la Universidad Libre de Berlín; la estación ferroviaria de Florencia y la ampliación del Aeropuerto Internacional de Pekín. De los numerosos premios recibidos destacan el Premio Europeo de Arquitectura Mies van der Rohe (1990), el premio Pritzker (1999), considerado el "Nobel" de Arquitectura y el Auguste Perret de la Unión Internacional de Arquitectos (2002). Distinguido en 1990 con el título de "Sir", desde 1999 posee el título nobiliario de Barón Foster de Thames Bank. Foster está vinculado a España por lazos familiares -está casado con la psicóloga Elena Ochoa- y por proyectos realizados, como la Torre de Collserola en Barcelona (1992); Metro de Bilbao (1995) y el Palacio de Congresos de Valencia. También ha firmado uno de los cuatro rascacielos del complejo de las torres que se alzan en los antiguos terrenos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid y, actualmente, tiene en proyecto la remodelación del Camp Nou y la estación de esquí de Cerler. Fuera de España trabaja en la faraónica ampliación del aeropuerto de Pekín, para lo que tomó como referente sus diseños para el de Heathrow (Londres) y proyecta la construcción de Masdar, en Abbu Dhabi, la primera ciudad sostenible del mundo.
El Premio está dotado con cincuenta mil euros, la escultura creada y donada expresamente por Joan Miró para estos galardones, un diploma y una insignia acreditativos.
Fuentes:

martes, 5 de mayo de 2009

Antón García-Abril, premio RDA

Esta estrevista se publicón en el diario "Público" por GUILLERMO SANZ ISABEL REPISO - MADRID el 02/05/2009.
Antón-García Abril parece un niño grande: lo mismo corretea por su estudio en busca de un libro, que mete la cabeza en una gigantesca maqueta. Sus gestos son tan espontáneos que resulta fácil contagiarse, aunque cuando tiene que ponerse serio es tajante. "En los últimos años ha primado la parte más fatua y más exhibicionista de la arquitectura. No creo que sea bueno ni malo, es el tiempo que nos ha tocado vivir", expone, no sin cierta vocación de distanciarse. Este escéptico de la arquitectura transparente y refractante, ex discípulo de Campo Baeza y de Calatrava, recogió el pasado 15 de abril en Houston el premio estadounidense Rice Design Price Alliance (RDA), dedicado a arquitectos emergentes. En su caso, la adhesión a la piedra surgió como algo "fortuito", porque era una exigencia del plan director de Arata Isozaki para proyectar la Escuela de Altos Estudios Musicales, en Santiago de Compostela. Casi una década después, García-Abril ha convertido lo que empezó siendo una anécdota en paradigma. Su casa Martemar, en Málaga, y Hemeroscopium, en Las Rozas; y su peculiar iglesia en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia lo sitúan en una solidez vitruviana que lo aproxima a César Portela y que le valió en 2005 el premio internacional Architecture in Stone, de Verona. "El problema que ha tenido la arquitectura en los últimos 20 años es la necesidad de los arquitectos de fabricarse", explica, después de aludir a Jean Nouvel. Da así la espalda al espectáculo, situándose en una austeridad sólo aparente, porque esa apología pétrea enmascara un dominio de la luz artificial que deslumbra en la noche. Por ello, no deja de sorprender el cientifismo desde el que aborda su disciplina. "Cuando Le Corbusier decía que la arquitectura era el juego sabio de exponer los volúmenes a la luz estaba dando una visión muy poética, pero incompleta. La arquitectura no es un acto de creación artística, sino un acto de creación atendiendo a la ciencia y a la física. La expresión arquitectónica tiene que responder a la técnica", sostiene con total convicción. Sus últimos proyectos beben de una renovación basada en el uso de grandes bloques de hormigón. Bajo este prisma, García-Abril está virando hacia una verticalidad que se materializará en dos torres hermanas (la de la Música Berklee-SGAE en Valencia y el centro cultural de ARTeria en Nueva York) que comparten una piel escamada de hormigón y una estructura interna de cajas apiladas.

Pasividad política Su contacto permanente con EEUU (ha impartido clases en las universidades de Harvard, Texas y Cornell) le confiere una visión privilegiada para analizar los lastres de la política española en temas de arquitectura. "Aquí la arquitectura se confunde con el negocio inmobiliario", lamenta. Como Alejandro de la Sota, García-Abril considera que hay dos tipos de arquitectura: "La popular y la académica, la de los concursos. Lo demás es negocio. El problema es lo poco conectada que está aquí la arquitectura con el promotor. Ahí es donde las instituciones deben moverse".

Público